Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos del distrito doce. - “¿Lunática? ¿Quién es Lunática? … ¿No me digas que llamas así a Mackenzie? ¿Verdad?”- mi silencio lo dijo todo- “Pero ¿se pude saber que hiciste con la educación que te he di? ¿Cómo es que has terminado siendo tan grose…?”- la interrumpí. - “No es un insulto, mamá, ese su maldito estado mental, esa mujer esta como una puta cabra, no es normal. ¿A quién se le ocurre quedarse para recoger unos papeles, en medio de un incendio, o a discutir con tu rescatador cuando te va a salvar? Definitivamente no está bien del coco, y yo no tengo culpa de que tú no lo quieras ver.”- le dije pensando que, con esa explicación, mi madre razonaría que, esa loca CEO, no era la mejor opción para sus pretensiones casamenteras. Pero claro para eso mi madre tendría que estar entre la categoría de mujeres razonables y lógicas, y eso justo eso es lo que no es mi madre, Kiara Hernández es un ser de instintos, momentos, y tambi
Mackenzie. Boston, 2024, Charlestown Mansión del O ´Sullivan. Tras la fiesta en casa de los Hernández, durante todo el trayecto a la mansión de mis padres, mi madre permaneció en silencio, seria, eludiendo mirarnos, y eso en ella, y para su familia, que la conocíamos, era un mal presagio. Tanto mi padre, como yo, preferíamos que mi madre estallara, con fuegos artificiales, bombas lacrimógenas, gas pimienta, y cañones de agua, todo el kit completo, esa era la única manera que tenía de calmarse, tras el brusco estallido, y quizás así, alguno de nosotros podríamos sobrevivir. sin grandes daños, tras el huracán Céline. Pero ese silencio implicaba que el resentimiento y la ira estaba siendo guardada, acumulada, y conservada en el interior, poco a poco, y de manera muy intensa, sin válvula de escape, y eso, por la forma de ser de mi madre, era muy peligroso, ya que, necesariamente, aumentaba la presión, como si ella fuera una olla exprés, y cuando esa presión fuera expulsada al exter
Brandon. Boston, 2024, oficina de la CEO Torre O ´Sullivan. No me apetecía para nada esta reunión, pero era tan importante lo que teníamos que tratar la lunática pelirroja y yo, y al mismo tiempo era tan delicado, que desde luego se tenía que hacer en un lugar cuidadosamente protegido, que no llegará a oídos de nuestros padres. Esta mañana cuando quise enviarle un mensaje a la CEO, me di cuenta que la había bloqueado hace tiempo, y en un principio pensé en desbloquearla, para pedirle una cita, pero recordando lo que había sucedido ayer, muy probablemente, si lo intentaba, sin ser personalmente y de manera física, la astuta empresaria, se encargaría de insultarme sin dejarme hablar en ningún momento, y tampoco deseaba aguantar sus tonterías de niña caprichosa y millonaria, algo que cada día se hacía más evidente, por lo menos para mí. La mejor manera de resolver nuestro problema era cara a cara, en su terreno o en el mío, aunque seguía siendo mejor su terreno, su despacho estaba
Narrador. Michigan, 1.999, Hotel Columbia Gold. Sean O 'Sullivan, desentenderse de su asistente y de los otros ejecutivos, que salió esa noche a celebra por la ciudad el contrato firmado, hoy que relanzaba internacionalmente sus empresas, y se dirigió directamente a su suite en el hotel. No compartía el entusiasmo, ni el interés de los dos accionistas que los habían acompañado, ni de su hermano, de que todo ya estaba hecho. Sólo tenía que recodar, la insistencia de los tres en que fuera con ellos a beber, y lo que surgiera. El CEO, sabía muy bien que significaba su insinuación “a lo que surgiera”, los tres que insistían, incluido su hermano, estaban casados, y en el caso de Ronan, tenía dos hijos de ocho y seis años, pero eso no los detenía a la hora de tener amantes ocasionales, algo que él, siendo soltero, no compartía. Todo el mundo pensaba que Sean, a sus cuarenta y seis años, odiaba a las mujeres, porque no se le había conocido ni amante, ni pareja, incluso algunos pensaba
Mackenzie. Boston, 2020, Torre O ´Sullivan. - “Pero papá, no quiero que nadie sepa quién soy, quiero empezar desde abajo, ¿Cómo quieres que dirija el grupo si no conozco cada puesto? ¿O me tratan entre algodones? No quiero que me protejas.”- esa era una frase que había repetido hasta la saciedad desde que tengo uso de razón, desde que con cuatro años mi padre me hizo sentarme en su sillón del despacho. Sé que muchos pensarán, como dejó muy claro mi tío muchas veces cuando era pequeña, que ser mujer, y pretender dirigir el Holding que mi padre había creado desde cero, es totalmente incompatible, pero al contrario de lo que muchos creen, yo siempre he soñado, desde pequeña, con ser la CEO. Quizás fuera motivado por las historias que me contaba mi padre cuando llegaba de sus viajes, sobre sus grandes negocios, o también porque nunca me ha gustado, provocado por la historia del anterior matrimonio de mi madre, que me dirigieran la vida, que me digan lo puedo, o no, hacer, pero decid
Mackenzie. Boston, 2024, hotel InterContinental Boston IHG. - “Creo que ya sólo queda firmar los contratos, y todo estará correcto.”- dije al CEO del grupo BH Tras unas negociaciones arduas, conseguimos que esa empresa en vehículos de deporte y aventuras firmara un contrato millonario para que nos abastecieran, durante veinte cinco años, de sus mejores prototipos de bicicletas de montaña y Quac deportivos para carreras, algo que daría un plus para nuestros bungalow de alta montaña. La verdad es que había costado mucho conseguir la exclusividad para nuestro grupo de bungalows High Mountain, había muchos competidores, y si encima tenías que luchar interiormente con enemigos que, disfrazados de familiares atentos, te ponían la zancadilla para que tú te estrellaras, y justificar así sus teorías de que una mujer nunca podría ser una buena gestora para el grupo O ´Sullivan, puesta la cosa se ponía aún más difícil. Justo por eso en vez de hacer la reunión con el grupo BH, en las o
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos del distrito doce. - “Si llego saber lo que me esperaba este día, no me hubiera levantado de la cama.”- esta va a ser la frase que me voy a repetir más veces en mi cabeza, y en más de una ocasión, durante todo el día. Un día que empezó como otro cualquiera, excepto porque mientras me despertaba en mi habitación de jefe de la unidad dos de parque de bomberos del distrito doce de la ciudad de Boston, ya mi madre y una de mis hermanas, había venido a incordiar al cuerpo. Quizás no entendáis mi queja, pero sólo el que entienda mi historia entenderá a que me refiero, provengo de una familia mixta, ósea, mi padre es mexicano, de Veracruz, y mi madre era, hasta que conoció a mi padre, lo que mi abuelo llama “gringa pelos de elote”, ósea, mi madre había nacido en una familia norteamericana, rica de Manhattan, en su vida, mi madre había lavado un plato, ni hecho una cama, de hecho, muchos de sus bolsos valían más que el coche que conducía mi pad
Brandon. Boston, 2024, Hotel InterContinental Boston IHG. Al llegar, ya nos esperaba la policía y el director del hotel para ponernos en antecedentes. Según el director, la planta se evacuó con celeridad, y todo el hotel, por lo que no había riesgo de víctimas humanas. Ante esta información desplegué a mis hombres para que hicieran su trabajo, mientras, envié un escuadrón que subiera por las escaleras de emergencias, hasta el último piso, mandé a colocar la escala para que los protegieran con el cañón de agua desde fuera. Estábamos tan atareados que me sorprendido cuando uno de mis hombres me avisó de que un policía, junto con otro hombre trajeado, querían hablar urgentemente conmigo. - “Déjalos pasar.”- le dije a mi hombre, y vi como rápidamente vinieron hacía mí. - “jefe Hernández, al parecer aún hay alguien en el último piso.”- me dijo el policía a alarmándome. - “Si, señor, perdone soy Carlos García, asistente de la CEO del Holding O ´Sullivan Park, la señorita